lunes, 15 de octubre de 2012

LA ENCRUCIJADA


Serio, imperturbable como un moderno Moctezuma, Galindo sabe que el rol correspondiente ahora mismo en su equipo, no es ya el del cuadro mandón y recio que recién tuvo, sino el de un cuadro generoso al despliegue, que manteniendo la pelota en su poder sabrá defenderse mejor, tratando por igual que sus mejores elementos lleguen a esta instancia mejorados en sus lesiones y en el volumen de su futbol.
     El tiempo da para las excusas y éstas se agolpan dentro de un archivo imaginario para echar mano de ellas cuando fuese necesario, pero antes el técnico y sus jugadores pretenden escalar la montaña con lo que mejor saben hacer y con las virtudes que aún les restan, que no son pocas. Sabe Don Benjamín que hay muchachos como Suárez que no regresa al nivel apetecido, que Lugo se escapa de los partidos como un moderno Houdini y palpita la inestabilidad de su defensiva, que exigida, no siempre da los mejores resultados y se ve titubeante sobre todo por izquierda, donde el joven Osmar sigue sin encontrar la manera de marcar adecuadamente, por ello se posesiona de su parcela sin arriesgar al frente, temeroso de un contragolpe.
    Ante las dificultades, Santos se ve obligado a volver al estilo de intensidad que le conocemos, con desprendimientos hábiles y veloces arriba, aprovechando la velocidad e inteligencia de sus atacantes, para eso precisa de su relojito que es Juan Pablo Rodríguez, porque el talentoso volante hace demasiada falta para imprimir el ritmo y para desprenderse de la pelota con vocación de hacer daño vanguardista, más que el simple trabajo de recuperación, donde está claro que el hispano Crosas agrega experiencia y fuerza. La diferencia parece ser Salinas, que no termina por reeencontrar su mejor forma y ante campo minado, prefiere el desacostumbrado pase lateral que a nada lleva, carente de visión periférica para intentar el pase profundo.

     Santos recuperó su sello de intensidad, tiene jugadores quizá irregulares por diferentes razones todas, pero es sólido y solidario en el despliegue y ejerce permanente presión al rival si sus líderes de juego llegan con las luces encendidas. El talento de sus mejores valores puede hacer la diferencia en la cancha cuando vengan el momento en que ésta virtud tenga que aparecer para envolver la problemática y transformarla en minutos que modifiquen todo, porque viene la etapa clave, donde no hay mañana y el asunto es que si bien no se alcanza el nivel de juego deseado, puede entrar en clasificación y ya dentro, el equipo suele levantar considerablemente.

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