EL MAESTRO Y SUS ZOMBIES
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Imagen de: http://cesarorona.blogspot.mx |
Por ello este caballero de las canchas jugó 20 años en primera división. Eso es Benjamín Galindo Marentes.
Sin embargo, los pájaros se escapan como amores y convertido en técnico, que es la siguiente parada obligada de un jugador tan destacado, ha ido escalando con Chivas, auxiliar en Cruz Azul, Atlas y Santos. De un tiempo titubeante le modificó el entorno y lo hizo campeón, tomando de pronto sus jugadores un sesgo que los ha llevado a la idolatría popular e incluso reviviendo elementos, como Ludueña, que tomó un nuevo aire de liguilla definitoria, cuando parecía que su ciclo verdiblanco había concluído o el caso de Aarón Galindo, que venía de un año sin jugar. Todos ellos se hicieron de un hermoso traje de buena suerte y sacaron el título en la tensión y drama de la batalla con los equipos regios.
Galindo jugador era humilde, tímido y menudo, el clásico gran jugador sencillo en el trato, fácil en la sonrisa, que reservaba su expresividad para el campo de juego, donde solía convertirse en el patrón del equipo. No
ha cambiado. El da entrevista a todo aquel periodista que lo pida, conversa con quien lo encara y nunca se perturba, es caballero de 24 horas al día. Parece como el que ejerce de crupier, siempre servicial, puesto y serio pero eso no es suficiente cuando los jugadores se convierten de niños en jaguares, cuando sus hechos y sus actitudes como plantel y como atletas, se lo plantean más al terror que a la cautela, en una redimensión de su profesionalismo descentrado.
Porque este Santos del Puebla, del León y hasta de Chivas en su momento, no es el equipo campeón, es un remedo, una copia deficiente de lo que debe ser el estandarte del futbol mexicano, que debe mantener el

parecía no volver, la abulia, hermano del un desgano irreconocible e insoportable.
Galindo necesita tomar otro sesgo, entrar en una etapa de reflexión y dejar de pensar como jugador para actuar con la energía obligada del técnico exigente, dejar en piloto automático las emociones y entrar en la
discusión con López y Adomaitis para tomar decisiones en frío porque no se puede conservar en un mundo de ceguera.
Adomaitis para percibir lo honesto y civilizado que es poner a cada cual en su sitio y en si
plantean más al terror que a la cautela, en su propia redimensión de profesionales confusos y
descentrados.
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