lunes, 20 de agosto de 2012

EL DRAMA QUE NO EXISTE


Darwin Quintero
  El hombre que triunfa, siempre tendrá conciencia de sus limitaciones, de otra forma no podrá
encontrarse con el equilibrio adecuado y terminará con romper su propio esquema en razón de acciones equivocadas que no van con la coherencia del ganador. Porque ganar, también adormece la conciencia y perturba la razón, de tal forma que el enemigo plantea más al terror que a la cautela con apariciones fantasmales que le sobrevienen como un elemento victorioso pero si en la redimensión que debe darse con los tropiezos, no se sienten los avisos de una tormenta, entonces el caso es más serio de lo pensado, tal es el caso santista.

   Galindo está leyendo solamente la sinopsis del libro y no multiplica el esfuerzo en pro de la convocatoria al
trabajo solidario, porque está claro que no todos laboran al mismo nivel, lo que impide la solidez del
equipo. Luego, minimiza el mal desempeño desembarcándolo en factores como la falta de resolución, cuando se ve claramente que sus improvisaciones no resultan y tarda demasiado en adviertirlo y en modificarlo.

   Si sus declaraciones son hechas pensando en no lastimar la suceptibilidad de sus jugadores, en evitarle creer que desaprueba públicamente su desempeño para luego ejercitar la diciplina en grupo, apartado con el
colectivo, entonces se puede justificar el ocultamiento de los defectos pero tiene la obligación de actuar de
inmediato porque se va perdiendo un terreno luego difícil de recuperar en campeonatos tan cortos. Pero viéndoles a los jugadores tan tranquilos y al técnico "no preocupado, sino ocupado" como ellos suelen decir, para alejarse de las responsabilidades, uno termina pensando que solamente la parte del periodismo local que sí se ocupa por analizar, tiene encima las preocupaciones y que en realidad no pasa nada, que uno es el temeroso porque de niño padeció encierro.

Aarón Galindo
 Lo que sí se sabe con certeza es que el futbol se realiza para defender la alegría y Santos hasta ahora ha venido perdiendo su traje de buena suerte, asomando en este momento a desequilibrios que uno ve desde la
tribuna pero  que no son advertidos por los jugadores ni por los técnicos. Los primeros, parecen más preocupados por su imagen, porque más que empleados del futbol se asemejan a estrellas del rock, como el caso del joven Lugo, que no aparece y al que seguro le afectó demasiado entregar la pelota que costó el gol de USA a México en el Azteca.

  Tiene tiempo para enderezar, obligadamente, el camino. No debe impresionarse si golea a los salvadoreños en el juego de media semana, sino encarar congruentemente, al Pachuca herido y cuestionado. Hay días para conversar, para aceptar culpas, aunque sea en privado y para corregir lo que se ha hecho mal, como el recuerdo de fallas que no son comunes como el caso del joven Darwin, que si marcara la tercera parte de los que falla, sería material para Europa por velocidad, habilidad, por sus poderosas diagonales que se estrellan al confundir el arco con la tribuna.

0 comentarios:

Publicar un comentario