lunes, 13 de agosto de 2012

EL MAESTRO Y SUS ZOMBIES

Imagen de:   http://cesarorona.blogspot.mx
  Ninguno de los jugadores del plantel santista, puede compararse con lo que desarrollaba en sus tiempos de auge, Benjamín Galindo, ninguno. Era un volante creativo con amplio panorama y criterio, que avalaba sus grandes servicios en la técnica de alto nivel, personalidad y regate, con un toque de privilegio ambidiestro y una viveza natural para colocar la pelota con exactitud. Magistral en los tiros libres y profesional auténtico, de los que no daban ni mucho menos causaban problemas a nadie. Cumplidor de los reglamentos, impecable en el comportamiento.

Por ello este caballero de las canchas jugó 20 años en primera división. Eso es Benjamín Galindo Marentes.

Sin embargo, los pájaros se escapan como amores y convertido en técnico, que es la siguiente parada obligada de un jugador tan destacado, ha ido escalando con Chivas, auxiliar en Cruz Azul, Atlas y Santos. De un tiempo titubeante le modificó el entorno y lo hizo campeón, tomando de pronto sus jugadores un sesgo que los ha llevado a la idolatría popular e incluso reviviendo elementos, como Ludueña, que tomó un nuevo aire de liguilla definitoria, cuando parecía que su ciclo verdiblanco había concluído o el caso de Aarón Galindo, que venía de un año sin jugar. Todos  ellos se hicieron de un hermoso traje de buena suerte y sacaron el título en la tensión y drama de la batalla con los equipos regios.

Galindo jugador era humilde, tímido y menudo, el clásico gran jugador sencillo en el trato, fácil en la sonrisa, que reservaba su expresividad para el campo de juego, donde solía convertirse en el patrón del equipo. No
ha cambiado. El da entrevista a todo aquel periodista que lo pida, conversa con quien lo encara y nunca se perturba, es caballero de 24 horas al día. Parece como el que ejerce de crupier, siempre servicial, puesto y serio pero eso no es suficiente cuando los jugadores se convierten de niños en jaguares, cuando sus hechos y sus actitudes como plantel y como atletas, se lo plantean más al terror que a la cautela, en una redimensión de su profesionalismo descentrado.

 Porque este Santos del Puebla, del León y hasta de Chivas en su momento, no es el equipo campeón, es un remedo, una copia deficiente de lo que debe ser el estandarte del futbol mexicano, que debe mantener el
orgullo y la dignidad y no dueños de limitantes que antes desconocíamos, porque conserva las virtudes de sus buenos jugadores PERO HA PERDIDO INTENSIDAD al disminuir la ilusión ganadora y se viene convirtiendo en un cuadro donde pululan los elementos lucidores en zombies de película de terror, que solo transitan por la cancha, como parte de los monstruos que nos habitan, sin llevar el consuelo de la esperanza que todos esperamos. En ese laberinto, Santos ha encontrado a un desterrado enemigo que
 parecía no volver, la abulia, hermano del un desgano irreconocible e insoportable.

  Galindo necesita tomar otro sesgo, entrar en una etapa de reflexión y dejar de pensar como jugador para actuar con la energía obligada del técnico exigente, dejar en piloto automático las emociones y entrar en la
discusión con López y Adomaitis para tomar decisiones en frío porque no se puede conservar en un mundo de ceguera.

Adomaitis para percibir lo honesto y civilizado que es poner a cada cual en su sitio y en si 
plantean más al terror que a la cautela, en su propia redimensión de profesionales confusos y
descentrados.

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